martes, 4 de marzo de 2008

UNA HISTORIA DE SEFARAD (3º ESO)

Jerusalén. Año 2009. Eliezer TOLEDANO es un joven de 15 años que estudia en el Instituto de Secundaria "Isaac Rabin". Hace cuatro décadas que sus abuelos decidieron instalarse en Israel, después de un largo periplo geográfico. Cada tarde, cuando su padre, Moshé TOLEDANO, regresa a casa del trabajo, Eliezer le contempla mientras se quita la ropa y se pone el pijama. Desde siempre se ha fijado que su padre lleva una cadena de plata al cuello de la que cuelga una pequeña llave, ennegrecida por el tiempo y de aspecto muy viejo. Siempre ha querido preguntarle a su padre qué abre aquella llave, pero hasta hoy no se ha atrevido...

Salamanca. Año 2009. Francisco LOPEZ es un joven profesor de Historia del Arte en la Universidad de Salamanca. Es muy aficionado a la arqueología y dedica los fines de semana a buscar restos en lugares cercanos a Salamanca con un detector de metales que compró hace un par de años. Hasta ahora sus hallazgos han sido más bien infructuosos. Tan sólo algunas monedas romanas encontradas cerca del Tormes, un maravedí y algunos botones de las casacas francesas que quedaron en la Batalla de Arapiles. El pasado fin de semana, decidió ir a Toledo para recorrer la ciudad. Por suerte, o desafortunadamente, su coche se averió justo antes de llegar a Toledo, a la salida de un pueblo llamado Layos. Mientras esperaba la llegada de la grúa que trasladase su coche, Francisco divisó a unos cien metros lo que parecían unas ruinas o restos antiguos de una alquería. Sacó su detector del maletero del coche y comenzó a rastrear los alrededores. Despúés de encontrar dos latas de cocacola y algunas chapas de cerveza su detector pitó insistentemente junto a una tapia medio derruída. Comenzó a escarvar pero no encontró nada. Sin embargo el ruido del detector era cada vez más insistente, así que perseveró en su empeño. Cansado ya, a unos 40 cm. de la superficie, halló un fardo de cuero que envolvía un objeto cuadrado y pesado. El cuero estaba endurecido y castigado por la humedad y los años. Cuando pudo, no sin esfuerzo, abrir el fardo, extrajo de su interior un pequeño cofre de plata, ennegrecido por el tiempo, con una inscripción en hebreo al frente y una estrella de David en la parte superior. Emocionado con el hallazgo, decidió regresar a Salamanca de innmediato.
Toledo. Año 1491. Isaac BEN SHALOM es un judío de Toledo. Su familia lleva habitando en la ciudad desde tiempo inmemorial. Es un insigne matemático y astrónomo que se gana la vida muy bien enseñando. Además trabaja para el Señor de Maqueda; es su contable. Su posición influyente le permite tener una buena casa y una vida desahogada. Acaba de ser padre por cuarta vez. Una mañana fría de noviembre el Señor de Maqueda llamó a Isaac a su palacio. Allí le comunicó, por el aprecio que le tenía, las intenciones de la reina Isabel de Castilla para cuando tomara Granada: El poder de la Inquisición era cada vez mayor y su influencia en las decisiones reales se dejaba notar: pronto los judíos deberían convertirse al cristinismo o abandonar el reino de Castilla. Desolado, Isaac volvió a su casa y contó a su mujer la noticia que se confirmó tan sólo dos meses después. Así, una mañana clara del mes de marzo de 1492 Isaac BEN SHALOM con lágrimas en los ojos tomó a su mujer y sus hijos, y junto con las pertenencias más apreciadas montó al carro tirado por su caballo y emprendió viaje hacia Lisboa. Al llegar cerca de una aldea llamada Layos, a las afueras de Toledo, se giró para contemplar por última vez la ciudad que le vio nacer. En medio de su profunda tristeza, tomó un pequeño cofre de plata y en él puso su anillo de matrimonio, el de su mujer, los pendientes de oro de sus hijas, un papel con una canción de cuna y la llave de su casa. Cerró el cofre, lo envolvió en un fardo de cuero y lo enterró tan hondo como pudo, en la esperanza de poder regresar un día y abrir su casa de nuevo. Se colgó la llave del cofre al cuello y partió para siempre.

1 comentario:

administrador dijo...

Santi, soy tu hermana, en tu casa en Navidad... acabo de leerlo. ES UNA MARAVILLA